Alicia Chávez de Touma: Un absoluto compromiso con la mujer
“Eran otros tiempos y siempre iban muchachas para pedir complacencias, es decir canciones para sus enamorados, esa respuesta dolía y me dispuso para saber que debía ayudar a cambiar esa situación de las mujeres humildes y pobres.”, señala Chávez.
La dirigente gremial, es responsable que la Cruzada Social sea la institución que cambio la vida de miles de mujeres en más de medio siglo de trabajo e hizo que no sólo sepan escribir una dedicatoria sentimental, sino, con educación artesanal, escribir páginas en el libro de vida de muchas de ellas encontrando trabajo, dignidad y respeto.
No fue fácil lograr aquello, recuerda que fue donde el Director de Educación de ese entonces a pedir apoyo para su iniciativa y lo que recibió fue una respuesta cruel y absurda: “para que no han aprendido a tiempo”, recriminó.
Nada le detuvo para que exista un centro de educación para mujeres adultas que no pudieron estar en el proceso de educación regular por diversos motivos, el entonces legislador socialista y destacado riobambeño, Don Edelberto Bonilla, fue quien creyó en el proyecto de Alicia Chávez y pidió una ley para que se brinde los servicios de educación a mujeres adultas.
“Al final todas estas inquietudes que eran válidas, llegaron al Congreso Nacional y nacieron incluso los centro de alfabetización en todo el país”, explica Chávez. Carlos Poveda, un funcionario en el Ministerio de Educación, ayudó para que los Centros de Formación Artesanal tengan además un sistema de educación complementaria y no sólo se aprenda el oficio.
Luego de medio siglo en este trabajo y voluntariado, dice que aprendió amar más a la gente humilde y apreciar lo que ellos necesitan y valoran, “Si no se tiene amor y confianza en la gente no se va a lograr nada”, dice y lamenta que no sólo miró mujeres maltratadas por sus parejas sino por los que eran entonces sus “patrones”.
“Venga aprenda algo, tenga un oficio, edúquese, para que usted sea su ama y señora en su hogar, deben trabajar junto al esposos, ambos tienen que estar unidos para formar una familia, una buena empresa y con ello vivir en una buena sociedad”, recomendaba siempre.
Compaginar su vida familiar, los compromisos del trabajo comunitario además de su trabajo habitual no fue fácil, recuerda que se levantaba a las cinco de la mañana para poder tener el tiempo suficiente, trabajaba en la radio La Voz del Pueblo, en Ecuatoriana de Cerámica y al terminar el día estaba al frente de la dirección de la Cruzada Social. Enrique Touma, un hábil publicista de la ciudad, fue su esposo y siempre apoyó esta agenda copada de actividades que simplemente le daban su realización como mujer, como esposa y madre.
Dentro de la gestión en la Cruzada Social ha sido siempre un golpear de puertas para recibir apoyo, pero también trabajar con la comunidad para aportar al crecimiento institucional, por ello, cada abril, por las fiestas de Riobamba, organizan el Festival de Comidas, que se espera con mucha expectativa por parte de la ciudadanía, detrás de esto, Alicia Chávez, recuerda una anécdota.
“Enma Escudero, docente de la institución, pidió a sus alumnas, como parte de su trabajo, expongan los platos típicos del país, su origen y características, al mirar las presentaciones muy detalladas y además con el esmero que habían puesto al traer incluso la comida, surgió la idea de que se podía hacer un festival, vender la comida y tener fondos”, recuerda entre risas y explica que el dinero del primer festival, permitió colocar las puertas de la institución.
“Sólo en ese festival de comida uno encuentra aún la caca de perro, la garrapiñada, una buena sopa de quinua o arroz de cebada, sin duda parte de la gastronomía local que, lamentablemente poco a poco, se va perdiendo”, dice orgullosa.
Cuando evoca la ciudad del pasado, en medio de nostalgia, Alicia Chávez recuerda las gaseosas del señor Calderón, que las vendía junto a la radio la Voz del Pueblo, de propiedad de Don Tomas Oleas y su esposa Fanny Arce.
Específica que la leche Indulac, en una vistosas botellas de cristal, la adquirían la gente de dinero, su familia recibía de Doña Mechita la dosis diaria, una mujer del campo que llegaba con la leche en un balde, medía con un litro, daba la “yapa” y entregaba a algunas viviendas de los vecinos.
En la esquina de las calles Argentinos y Junín en la tienda de Doña Chabica se vendía mojicones a un real, según indica, en la misma cuadra había doña Diocelinda Herrera, que tenía una panadería y por meter la leña que se usaba en el horno, pagaban a los niños que ayudaban, tres reales “eso era toda una fortuna, si con un real se compraba melcochas, roscas de maíz y algún dulce más”, refiere.
Imposible no recordar al Dr. Juanito Chiriboga que atendía a todos los pobres de la ciudad, sin cobrar nada, la consulta que se hacía en cada domicilio a las otras familias costaba dos sucres, “Era un médico muy querido por todos, un hombre de una vocación absoluta, muy solidario y bondadoso”, indica.
Las fiestas de Riobamba se vivían intensamente, según cuenta y explica que los periodistas Gonzalo Espinoza y Federico “el diablo” Terán, que trabajaban en radio Mundial, propusieron la Noche de la Riobambeñidad, donde la gente salía en grupos para dar una vuelta participando en las diferentes verbenas.
“Se visitaba los diferentes barrios, empezábamos en el sector de la Loma de Quito hasta la Basílica, se regresaba por la calle Olmedo y se terminaba en la Estación del Ferrocarril”, explica. Los bailes eran con las orquestas Blacio Junior, Don Medardo y sus Players, Los Ángeles del Infierno y otras. Recuerda que además se cumplía una matiné bailable en homenaje a la colonia costeña que llegaba a pasar el invierno en la ciudad.
Llegaban artistas importantes como Ernesto Albán, el recordado Evaristo fue amigo de su esposo, pues le hacia los carteles de sus presentaciones, además estaban de forma recurrente Pepe Jaramillo, Fresia Saavedra, el dúo Benítez y Valencia o los hermanos Miño Naranjo. Aída Chávez también cantaba y llegaron a grabar en Ifesa junto a Gerardo Cárdenas y Hugo Haro, sus interpretaciones incluyó siempre pasillos, boleros y pasacalles.
Lo dijeron:
¿COMO ERAN LAS FIESTAS DE RIOBAMBA?
- “Eran fiestas para toda la familia, ahora a los viejos no nos toman en cuenta, habían celebraciones populares, desfiles, salían a caballo de las parroquias, había el pregón las fiestas ahora dicen que hay fiestas pero no se sabe dónde”, Iván Guerrero.
- “Las fiestas de Riobamba estaban enmarcadas en un profundo respeto a la ciudad y entre vecinos y amigos, todo era algarabía y buen humor, los barrios tenían sus fiestas propias, con orquesta, comida y una que otra canelita”, Jorge Villalta.
Las anécdotas:
- El cine siempre fue una novedad en la ciudad y para mirar una película de Cantinflas, se compraba el boleto a las doce del día, cuando la función empezaba a las nueve de la noche.
- Le encanta la cocina, pero no lavar platos ni ollas, su esposo siempre salía en su bicicleta marca Choiper y le daba comprando lo necesario en los diferentes mercados de la ciudad.
- Carlos Heriberto Samaniego tenían una Compañía de Teatro y actuaban con los recordados dramas, además de interpretar canciones y al final incluso la recitación de los poemas que entretenían a los riobambeños de ese entonces.
- Recuerda una improvisación de quien fue su compañero de trabajo en Ecuatoriana de Cerámica y en las actuaciones de los dramas, Marcelo Jijón Vallejo, que cuando por error se abrió el telón, se vio frente a una platea llena, pero pudo entretener al público sin nervios y con bastante humor.
- Se jugaban con los vecinos del barrio el “sin que te rose”, las cogidas, los marros, siempre iban a comprar unos chochos deliciosos que se vendían cerca de los tanques de agua ubicados para entonces en la Loma de Quito.
- Fuente: La Riobambeñidad
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