Aníbal Borja: la casa para el deportista de siempre

La vida de Aníbal Borja tiene relación directa con el tradicional barrio La Dolorosa, donde nació y vivió los maravillosos años de niñez y juventud

Era uno de los últimos sectores en ese entonces de una ciudad pequeña como Riobamba, allí funcionaba la cárcel municipal y los juegos de los niños era en la plaza de arena, ubicada frente a la iglesia que era otro símbolo del sector.
“Recuerdo a un barrio unido, muy organizado, jugábamos en la cárcel y sin peligro”, dice entre risas, las jornadas eran interminables en medio del indor fútbol o el vóley. Las familias Bonilla, Espinoza, Abraca, Esparza y otras han sido características en el sector. Las fiestas de la Dolorosa son, hasta ahora, muy nombradas.
“Siempre había un comité que organizaba estas celebraciones en homenaje a la Virgen Dolorosa, se presentaban actividades para todos los gustos para grandes y pequeños, los niños nos divertíamos con carreras de bicicletas, los ensacados, juego del tres pies, el baile con el huevo o el juego del sapito”, indica,
Estudio la primaria en la escuela Juan Bernardo de León, muy cerca de la casa de sus padres, cuenta que se podía jugar a cualquier hora de la noche y sin peligro, los juegos eran en cualquier casa de los vecinos, entre niños y niñas.
Se divertían con el juegos del “pan quemado” escondiendo un objeto y persiguiendo a quien lo encuentre o cantando la ronda “la hora diron diron donde pasa mucha gente…” vinculando una fila extensa de niños.
Su época de juventud la marcan los serenos para cortejar a las novias, “ir a dar un sereno era un detalle de amor y afecto, para mostrar lo que uno sentía, en medio de pasillos y boleros, a veces invitaban a subir y brindaban una canelita” señala.
La historia de la Casa del Deportista, negocio tradicional de Riobamba, surge por la necesidad de trabajo y forjar un futuro, Aníbal trabajó diez años en el almacén de telas de Gonzalo Brito y conoció el negocio, sin embargo de haber propuesto a sus compañeros de trabajo hacer una sociedad esto nunca prosperó.
Al año y medio de haberse casado a su esposa Anita Guevara, que era graduada en Corte y Confección, le dijo que era momento de emprender algo propio, “vamos hacer algo para nosotros, tú sabes coser, yo conozco de ventas y negocios, podremos salir adelante”, le dijo.
Jorge Abedrabo, un comerciante de Guaranda, le apoyó dando mercadería, eran suéteres que se vendían bien, marginando un 10 y 15 por ciento de utilidad, representaba un ingreso importante. El almacén, para entonces, funcionaba en la calle Guayaquil y España, poco a poco se involucró más en el negocio y terminó aprendiendo a cortar, trazar y coser, “tuve a la mejor maestra en casa y sino aprendía bien no me daba el almuerzo” cuenta como anécdota y entre risas.
Vino luego la confección de uniformes deportivos como otra línea de trabajo, los equipos de la los barrios marginales fueron sus primeros clientes y luego destacó los modelos propuestos y la calidad del trabajo, para ser el proveedor de uniformes deportivos en toda la ciudad.
La demanda crecía y con ello la necesidad de contratar más empleados, reconoce que su trabajo donde Gonzalo Brito permitió además tener crédito con diferentes proveedores que le conocieron en ese negocio, la mercadería llegaba de fábricas como La Internacional, Textiles San Vicente y otros. “Mis padres me enseñaron que el crédito no lo puedes perder, porque eso es una fortuna que decide tu futuro y eso me ha servido siempre”, rememora.
Luego de algunos años le pidieron el local donde trabajaba pues la casa fue vendida a otros propietarios, no demoró en conseguir el local donde están hasta el día de hoy en la calle Guayaquil y Larrea, de propiedad - en ese tiempo - de Don Rafael Anda. “El arriendo al inicio era de 150 sucres, pero valía la pena porque me mantenía en un sector comercial”, indica.
Recuerda negocios como los Licores del Señor Gallegos, la tradicional panadería Vieneza, el almacén La Competencia y el de la Señora Tubón, donde los riobambeños compraban los regalos para sus fiestas y eventos.
Aníbal Borja considera que la falta de amor a la ciudad hace que Riobamba no progrese “se hace dinero acá, pero se lo invierte fuera, no tenemos empresarios con visión a pesar de que Riobamba es estratégico, se debe motivar para que vengan estos recursos” recomienda.
Aníbal Borja es un hombre de fe, agradecido por Dios de la familia que tiene, sabe que ha cumplido con una vida digna y de trabajo, ganándose el respeto y consideración de la ciudadanía, hoy lejos de las responsabilidades administrativas del negocio, dirige su fábrica pero más como un entretenimiento.
“Supe ahorrar el dinero ganado para poder vivir bien y dejar a mis hijos un legado y una buena herencia, que no está precisamente en el dinero, sino en la formación como buenos seres humanos y que a su vez han constituido familias maravillosas, llenas de valores y que me hacen feliz” dice finalmente.

Las Anécdotas: 

  • El juego de la mamona y la pelota nacional es su entretenimiento, La pelota del juego, llamado también “chaza”, tiene dentro tela de jean y es cocido a mano, el marcador es 15, 30 40 y un set. le enseñaron a jugar los policías municipales que cuidaban la cárcel en el barrio.
  • El señor Proaño, que confeccionaba las pelotas, dio una explicación jocosa del juego a unos turistas que estaban en la plaza Roja de la Concepción: “Es como el tenis míster pero como nosotros ecuatorianos somos pobres, no tenemos red ni para comprar raquetas, por lo que jugamos con las manos.
  • Lamenta que hoy la tecnología marque el día a día de los niños y estén pendientes sólo del computador y la Tablet “mi nieto de tres años maneja mejor que yo esas cosas” indica.
  • Su hija Marcela es quien administra La Casa del Deportista, mientras que Alex hace lo propio con Trofeos Borja, otra línea vinculada al negocio. Continúa siendo la época del inicio de clases el punto más alto de venta, “como quisiera que le almacén sea más grande en esa época” dice sonriendo.
  • Su negocio creció siempre con uniformes, implementos, trofeos y todo lo que necesitaba el deportista “sólo me faltaba vender los deportistas y los árbitros” dice con humor, este hincha confeso del cuadro de el Nacional, que tiene 13 nietos y le gusta los boleros de Los Panchos y la música de Julio Jaramillo.

Fuente: La Riobambeñidad 




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