El Cristo que te mira...

En un espacio tan pequeño, la religiosidad y símbolos del catolicismo es marcado y sentido, es apenas una capilla, la de Santa Bárbara, ubicada junto a la Catedral.

Pero de seguro recoge todos los días miles de oraciones de los Riobambeños y Chimboracenses, muy devotos y creyentes, desde ayer y desde siempre….

Un Cristo enorme está en una esquina y el Santísimo en el centro, pero es el rostro de Jesús hacia el que va las peticiones y entre la mirada fuerte de la escultura, sobre una cruz verde, se ora y pide milagros, por la salud, los hijos, la familia, los amores perdidos, el trabajo, la confortación, no es el Cristo sufrido y ensangrentado, el de acá es uno que te mira y recibe tus peticiones.

Santa Bárbara tiene lo suyo, está al frente del ingreso y recibe velas en su honor con persignaciones que la confirman como hacedora de milagros y peticiones, es una escultura hermosa y bien concebida.

Muy pocos los fieles alzan su mirada sobre el entorno, en donde llamativas pinturas recogen la visión pastoral de una Curia que trabajó por el campesino y muestra símbolos de unión del mundo mestizo y andino, con la presencia determinante de Monseñor Leonidas Proaño el “Obispo de los Indios” el “Cura Izquierdoso”, ese que sintió que el mundo debía ser más justo con los indígenas explotados como animales en pleno siglo 20.

No creo en milagros, religiones ni Dioses, pero estoy seguro que alguna vez pasó por este mundo Jesús, que no debió haber sido tan occidental como el de la Capilla, debió tener rasgos armenios y otra estatura, lo importante para mí es que mostró es posible otro mundo, a partir de algo simple, el amor incondicional, lástima que por casi 2.000 años la lección aún no se aprende.

Talvez estéticamente y escultóricamente un Cristo dolido y flagelado de Caspicara tenga más valor, pero yo me quedo con este, con el que te mira y se muestra como un hermano tuyo y no como hijo de Dios, tan lejano e incomprensible…. me quedaré siempre con el Cristo humano, amigo, hijo y hermano, con el que hizo una revolución si necesidad de armas sino de ideas – por cierto – simples y prácticas.

Fuente: Historias de la Riobambeñidad




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